Aprendiendo a caminar sobre aguas turbulentas



Hay una lectura bíblica del nuevo testamento que me fascina, que nos muestra claramente que es lo que pasa cuando dejamos de ver nuestro objetivo, cuando dejamos de enfocarnos en lo más importante, y nos distraemos con aquellas cosas que nos hacen bulla a nuestro alrededor y permitimos de esa manera que nos invada el miedo y la duda.

Hoy vivimos tiempos de incertidumbre, no sabemos que es lo que va a pasar en el futuro, pareciera que nos encontramos dentro de un barco y estamos en medio de aguas turbulentas, que nos zarandean de un lado para el otro, y esta situación nos obliga a ponernos el chaleco salvavidas "por siaca", por si pasa algo, por si el barco se empieza a hundir y nosotros con él.

¿Qué hacer frente a esta situación? Pues tenemos varias alternativas al respecto. Una de ellas es quedarnos donde estamos, no movernos, dejar que las cosas pasen y sigan pasando hasta que en algún momento terminen, ya que "no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista". Otra alternativa es ver que le pasa a otros, esperar que otros hagan algo y ver que les sucede, pero a otros, y así no correr riesgos, pero el problema es que de tanto esperar, podemos perder tiempo, quedarnos detrás de los demás, y cuando nosotros queramos reaccionar, ya es muy tarde o pagaremos un precio muy alto para recuperarnos.

Frente a esta situación, creo que debemos hacer como Pedro, pero como Pedro el decidido, no el Pedro que duda, que pierde el enfoque. Para ello, permítanme recurrir a una lectura bíblica. Se trata de lo que nos cuenta Mateo -en el Nuevo Testamento- en su capítulo 14 versículos del 22 hasta el 32. La lectura nos cuenta que Jesús les encargó a sus discípulos que se embarcaran, pues ellos debían de llegar al otro lado de la orilla antes que llegue Él. Todos se embarcaron, y una vez que la barca estaba muy lejos de tierra, en medio del mar, el viento empezó a soplar en contra y golpeaba fuertemente la barca donde estaban Pedro y los demás discípulos. De pronto, los discípulos vieron a lo lejos una luz que se les acercaba y pensaban que era un fantasma. Jesús les dijo: "No teman, soy yo", entonces Pedro que conocía bien a Jesús, grita: "¡Señor si eres tú, has que vaya hacia tí caminando sobre las aguas!"; Jesús le dijo: "Ven". Entonces Pedro, se paró en la barca y puso un pié en el mar y luego el otro, y así, sin dejar de mirar a Jesús, caminaba hacia Él. De pronto, Pedro se distrajo, empezó a mirar a su alrededor, veía como se movía el mar, sentía la fuerza del viento golpeando su cuerpo, y así se llenó de miedo y de pronto se empezó a hundir hasta casi ahogarse. Ante esta situación, Pedro -que era un pescador con mucha experiencia y por ende un gran nadador- le dice a Jesús: "¡Señor sálvame!". Entonces Jesús se acercó a Pedro, le extendió su mano y lo levantó, prácticamente cargándolo como a un bebé y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿porqué has vacilado?". En eso, cuando Jesús subió a la barca, los vientos cesaron y pudieron llegar a la orilla.

¿Estamos pasando por esta situación en este momento? ¿Nos sentimos como los discípulos que se encontraban en medio de tormentas y vientos que golpeaban su barca creando una tremenda inestabilidad?

Cambia la barca por tu familia, por tu empresa, por tus proyectos, por tus sueños, por tus estudios, por tu propia vida, por aquello que es importante para tí y que hoy se siente golpeado fuertemente por esa tormenta llamada coronavirus, que está cobrando muchas vidas en el mundo. ¿Qué piensas hacer al respecto? ¿Te quedas dentro de la barca dejando que el miedo te paralice? ¿Esperas que otro haga las cosas? Yo te invito a que hagas como Pedro, lánzate al agua, no tengas miedo, Dios está contigo. No pierdas el norte, no dejes tus proyectos, y si tus proyectos se ven afectados por la situación, replantea las cosas, modifícalas, busca nuevas alternativas, no dejes de enfocarte en tus objetivos, busca otro camino, sal de esa barca y enfréntate a tus miedos, el miedo estará allí, es normal, pero no dejes que te paralice. No te olvides que a tu lado siempre estará el Señor, Él extenderá su mano para decirte: ¿Porque dudas? Yo estoy contigo, y tú guarda en tu corazón esta promesa:
El Señor es mi pastor;
nada me falta.

En verdes praderas me hace descansar,

a las aguas tranquilas me conduce,

me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos,
haciendo honor a su nombre.
Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,

porque tú, Señor, estás conmigo;

tu vara y tu bastón me inspiran confianza.
Me has preparado un banquete
ante los ojos de mis enemigos;

has vertido perfume en mi cabeza,

y has llenado mi copa a rebosar.

Tu bondad y tu amor me acompañan
a lo largo de mis días,
y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.
(Salmo 23)

Comentarios

  1. Muy buena vernos en la experiencia de Pedro, porque el confió y su entorno aún cambiante lo distrajo.
    Así pueda caer y mojarme, sé que no debo perder mi objetivo hacia Jesús. Gracias Rolo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No tienes nada que agradecer Fernandito, sigamos adelante, podemos reinventarnos, entregar valor. Un abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario